Nunca antes el deseo que el sueño que tuvo y más que sueño, pesadilla no fuera premonitorio como tantos otros que se hicieron realidad en el pasado. Sentía miedo que llegadas las siete de la noche, o la hora que que la luz del sol ya no estuviera, se hiciera realidad esa pesadilla y se encontrara solo, de nuevo.
Quizás el destino, sustancia única que conforman los hilos de las parcas le daba una oportunidad de despedirse de todos los que estaban destinados al dejarlo, Entonces durante la noche y horas antes el sabia que ese era el ultimo dia de una persona, pero no de cualquiera, si no de las que mas queria en el mundo.
Se le vino a la mente aquel horrible día cuando siendo niño perdió a su padre, a su madre, cuando perdió a su primo, sus tíos, recordó como los vio muertos, como se sentía el corazón roto, y aquel consabido sentimiento de vacío inconmensurable, eterno. Si, soño con su padre muerto, quizás demasiado joven como para esperar que no conociera a sus nietos. Lo vio en el ataúd, sintió esa soledad, ese vacío existencial que solo pueden sentir los niños huérfanos.
Soño con su madre días antes que se fuera. Soño que se levantaba donde estaba postrada desde hace meses y le hablaba con esa voz fuerte y clara que no habia escuchado desde hace largo tiempo. Soño con tíos, con primos. Pudo hablar con ellos quizás en espíritu, quizás en sueños, solo pasa enterarse doce horas después que forma imprevista para los otros les habían arrebatado la vida, o de forma fulminante habían muerto.
Desde niño tenía ese horrible poder, esa precognición, esa certeza de los que le esperaba a sus afectos. Y ya al soñar con ella sabía que tenía poco tiempo, entonces, a veces pasaba el dia con ellos, los abrazaba, hablaba largo rato, intentando capturar en su mente, cada segundo del sonido de esa voz, del brillo de esos ojos, de la textura de sus manos o el olor de sus cabellos.
"...Estaban en la cama, el, sentado con la cabeza hundida entre las manos que formaban un cuenco, con la mayor sensación de tristeza que había sentido en mucho tiempo.
Ella estaba a sus espaldas y lo miraba frente al espejo sin decir palabra, usaba el vestido beige que a el tanto gustaba, con el que parecía una hermosa modelo griega. Lo miraba con esos ojos grandes, dueños de todo su amor y de cada uno de sus anhelos. El levanto la cara llena de lágrimas, con una mirada que recriminaba, como culpandola, por el hecho de quedarse con todo ese amor que siempre lo movia y que ahora comenzaba a envenenarlo por dentro.
Ella lo miraba en silencio como diciéndole que no era su culpa, que si bien no podía estrecharlo en sus brazos, caminaría con el dia a dia, hasta que llegara el ultimo de ellos. Aunque siempre iba a necesitar sus besos, el calor de su cuerpo, el olor a vegetales cocidos que a veces sentía en sus dedos . Pero ya no, la vida solo le ofrecía un vestigio, una eterna presencia fantasmal, quizás tibia, nostálgica, siempre difusa que no tenia voz, ni calor en el cuerpo..."
Ese fue su sueño, esa fue su visión del día venidero. Eso lo hizo saber que la perdería para siempre, que ella moriría y el quedaría solo, sufriendo por tener que vivir sin ella.Pero debía hacer algo, debía avisarle, debía prohibirle que saliera del cuarto, incluso que saliera de la cama. Pero ella no conocía sus sueños y el poder que tenían ellos para predecir fallecimientos.
No perdió su tiempo, se quedó en casa más de la cuenta, guardando el placido sueño en el que ella -ignorante del pandemonium que vivía el- estaba inmersa. Pero se tuvo que ir, tenía compromisos pendientes. Le dejo una nota: "Oye; hoy volveré temprano, no vayas al trabajo, pasemos la tarde juntos."
Al despertar. Ella fue a la sala. Miro la nota, sonrió y dijo para sí: romántico loco. Para luego decir en voz alta, si no voy al trabajo me suspenden o mínimo no me pagan el día. ¿No salir de casa? Rápidamente desecho la idea. El en su trabajo paso la mañana pensativo, sabía que le quedaban horas, horas inciertas de felicidad, de ganas de vivir la vida.
El sueño venía recurrentemente a su cabeza, no lo dejaba trabajar. La veía muerta de mil formas, su cara triste mirándolo en silencio, pensaba en su espíritu pálido, acompañándole siempre Pero desde muy lejos.
Ella hizo su día como cualquier otro, a la tarde se fue al trabajo, llego un poco tarde,
El salió temprano pero no volvió a casa, no quería estar presente cuando sucedieran los hechos. Se quedó en un parque esperando el atardecer. Ella comenzó su turno de trabajo, saldría a las 7.00pm, como todas las noches. El esperaría la noticia, quería estar lejos. Ausente, como siempre lo estuvo cuando sus sueños se hicieron realidad, cuando su realidad se convirtió en pesadilla.
Maldito sueño, maldito poder oculto. ¿Porque mis sueños atraen muerte?, se dijo. ¡Porque debe estar consciente que alguien está viviendo sus últimos momentos! Decía amargamente bajo el árbol en el que se sentó, mientras veía el sol, que sin saberlo era el ultimo de la vida de ella.
Del otro lado de la ciudad, ella pasaba el atardecer trabajando, atendiendo pacientes tras paciente, sin importar su raza,origen o sexo. Se hizo de noche y el silencio lúgubre de todo hospital viejo, se llenó con el murmullo de las enfermeras, los doctores y el croar de los sapitos que todos los seres confunden con grillos.
Llegó su hora de salida, ella se cambió con una sensación extraña en el pecho, se dió cuenta al salir que el no la esperaba en la puerta, avanzo y la cruzar la calle, un motorizado que venia en contrasentido y con las luces apagadas salió de la nada y lanza un bocinazo que pareció eterno, ella dio un salto hacia atrás, pero no hizo falta... El motorizado cuando le faltaba poco mas de medio metro, pudo maniobrar y pasarle justo al frente, haciendo que su cabello ondeara por la estela de viento que dejo la moto al pasar. Horrible susto, pero solo eso.
Avanzo nuevamente, cruzo la calle y a paso rápido recorrió el camino para llegar a casa, preguntándose porque no la espero a la salida y porque no lo consiguió en el camino. Abrió la puerta de la casa, el no había llegado, estaba todo en silencio, a oscuras, paso sin prender la luz, se quitó los zapatos. Fue al baño se lavo las manos y la cara y entro al cuarto a cambiarse la ropa.
Se quitó la falda, la blusa, se quitó el sostén, cuando sintió un viento especialmente frío entrar por la ventana. Y al mirar al espejo se dió cuenta que una parte del espejo mostraba muy difusa la imagen reflejada. Se acerco para ver cómo o con que se había ensuciado el espejo, y la mirar mejor vio que en la cama estaba sentado alguien, volteo asustada y casi cae de bruces cuando al mirar se da cuenta que la cama no había nadie, no había nada.
Sintió un dolor en el pecho, se llevó las manos al pecho y casi desnuda como estaba, busco el teléfono y marco el número de el, estaba sentada en la cama, con una mano sostenía el teléfono, con la otra empuñaba un pedazo de la sabana. Repicaba una y otra vez el telefono, nadie contesto, ahora le dolía la cabeza, estaba asustada, sentía la mano que sostenía la sabana algo dormida.
A algunos kilómetros de allí en un parque ya a oscuras, sonaba un celular, una y otra vez. Sin que nadie lo contestará. Su dueño no hacia el mínimo esfuerzo por sacarlo del bolso donde lo guardo para no recibir las malas noticias que esperaba. Ella marco y marco, una y otra vez, nadie contestaba. Sintió un mareo, quizás los nervios la traicionaron, se sentó en la cama. Dejo el teléfono a un lado. Se acostó, cerro los ojos, preocupada.
Ella nunca supo del sueño, del poder que tenía el para ver en sueños a los que habían de morir. El nunca le contó que pudo hablar con sus padres, el día de su muerte, aunque la distancia los separara. Ella jamás supo que el soño con ella, que el la miro reflejada en un espejo y que iba a morir ese día.
Y el, con unos ojos ua desde hace un rato abiertos en los que se reflejaba la luna naciente, nunca entendió que era su reflejo el que vio en aquel espejo y era el, el elegido, era el quien moriría ese día y que no tenía que esperar una mala noticia, pues no iba a vivir para escucharla.