Ella, temerosa, mira la espada brillante
Observa alelada su brillo metálico
Encoje el vientre, temerosa del filo
preparándose ya para la sensación penetrante
Gime, grita bajo, tapando su boca
al sentir el acero desgarrando su carne
Una, diez, cien veces, entra y sale la espada
Adolorida, hace fútiles intentos, no puede pararle
Caliente el acero, de su cuerpo sale
dejando abierta una heria inmensa
Donde se le escapa el agua, tierra, aire
por la que se le va la sangre, se le va la vida.
Uslar
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